20 de enero de 2024

LA RECIPROCIDAD EN LAS RELACIONES

Por Bertha Vasconcelos

Para recibir hay que dar

Si deseamos que nuestras relaciones sean sanas, seguras, honestas y confiables, necesitan ser recíprocas. Pero, ¿qué es eso que llamo reciprocidad?

No es un concepto que yo haya inventado, sin embargo, es algo que comprendí a profundidad hace algunos años. De haberlo aprendido antes, me habría ahorrado muchos tragos amargos. Ciertamente entender qué es la reciprocidad ayuda a evitar malas experiencias, incluyendo desilusiones y traiciones innecesarias, porque permite modular las expectativas que tengamos de alguna persona, así como nos permitirá aplicar una dosis sana de cautela al inicio de toda relación de pareja o amistad.  

Los términos de justicia, equidad, equitativo, equilibro, balance e igualdad definitivamente se relacionan con este concepto. Prefiero usar la palabra reciprocidad dentro del contexto de las relaciones. Recordemos que toda relación es de dos, es decir, que uno tiene el 50% de la responsabilidad de cultivarla y mantenerla. Pero también aplica en los casos de relaciones casuales, temporales o esporádicas, como una recepcionista o vendedor de piso, porque cada parte tiene la responsabilidad, al menos de respetar a la otra persona.

Hablemos primero de la amistad. Veamos dos casos de amistad. El primer caso es una amiga que nunca te llama, pero se mantiene en contacto a través de mensajes de texto y se interesa genuinamente cuando estás enferma o tienes un problema. El segundo trata de una amiga que únicamente te llama cuando tiene un problema y necesita de tu consejo, o bien, tú le llamaste primero y solo llama para reportarse. Creo que está bien clara la reciprocidad en ambos casos. Deja de llamar a la amiga del segundo caso, y espera a que te llame  ella. Me encantaría que no te quedes esperando toda la vida, pero si no te llama ahí tienes tu respuesta. En este caso, tienes varias alternativas, entre ellas, sin decir nada puedes alejarte o poner mayor distancia. En la mayoría de los casos, no ganas nada con decirle algo a tu amiga porque ni siquiera te entenderá, porqué así es ella y no cambiará. En el caso de que haya cariño, y charlar con ella te enriquece, podrías continuar igual pero sabiendo y aceptando que esta persona no cambiará. Te aseguro que de esta manera ya no estarías en desventaja y no te sentirías utilizada, recuperas tu poder porque tú eres quien hace que esta relación sea más recíproca. La conciencia nos da poder personal. 

Las mujeres fuimos socializadas para expresar y hablar de nuestras emociones. Por ejemplo, si una amiga no comparte contigo sus sentimientos, y tu sí le estás compartiendo los tuyos, nos encontramos ante una relación no recíproca. Es una relación superficial, mantenida así por la persona que no comparte de sí misma, porque tal vez vive a la defensiva y se coloca una máscara o barrera para no ser lastimada. En tal caso, necesitamos estar alertas y saber que esa persona está manteniendo la relación en la superficie, entonces se recomienda mantener la relación en el mismo nivel de intimidad para hacerla una relación recíproca. Lo mejor que podría suceder es que con el tiempo se desarrollará una mayor confianza lo que les permitiría cultivar una relación más profunda, de verdadera amistad. 

En el caso de las parejas, la reciprocidad es mucho más compleja, sobre todo en la actualidad porque los roles no están bien definidos como antes. Él era el único proveedor y mientras cumpliera con su rol, así como ella cuidara bien de los hijos y atendiera su casa, no había reclamo por parte de ninguno de los dos. Pero, ¿qué sucede ahora en donde el hombre ha dejado de ser el único proveedor y además comparte las labores de la casa y educar a los hijos? Existe una línea muy delgada de la reciprocidad, ¿cómo saber cuándo existe o no un equilibrio entre el dar de ambos? 

Las parejas actuales se beneficiarían si conversaran ampliamente y dejaran muy claro para el otro que significa para cada uno recibir en proporción a lo que dan. Por ejemplo: fidelidad, sexo, romance, compartir labores de la casa, proveer económicamente, tiempo para pasar solos como pareja, cuidar y educar a los hijos, etc. 

En la actualidad algunos desean que el dar de su pareja sea exactamente igual a lo que da. Sin embargo, eso es imposible ya que las personas aman y dan de diferentes maneras de acuerdo a su personalidad, historia y estilo de apego. Si alguno o ambos construyen una realidad privada al excluir a su pareja de sus verdaderos sentimientos, no contribuye a la reciprocidad, por ello la psicoterapia puede serles útil para aprender a comunicarse a fin de desarrollar intimidad y compromiso para mantener la relación. En el artículo LA RELACIÓN DE PAREJA DURADERA, escribí: Si no se comparte lo que nos incomoda de sus acciones, las personas se van alejando con el tiempo hasta llegar a ser extraños. Se acumula resentimiento y el amor se “entierra.” Recuerda que si no eres completamente sincero no puedes esperar que la otra persona lo sea. Existen mayores probabilidades de que si eres sincero obtengas lo mismo. Y cuando hablo de ser sincero me refiero a compartir opiniones y el verdadero sentir. Es preciso comunicar sin herir, pero también es indispensable no guardarse cosas que afectan la relación y que sí favorecen que se guarden resentimientos. No es fácil porque implica aprender nuevas habilidades que nuestros padres ni nadie más nos enseñaron.

Concédeme la oportunidad 
de hacer valer mi derecho
de conocer mis errores 
para así poder analizarlos 
y corregirlos.

Patricia García Vasconcelos

Mi hermana mayor escribió la frase hace muchos años y considero que es muy acertada en cuestiones de problemas de pareja. A fin de lograr una mejor relación y reciprocidad es necesario aprender a comunicarse de manera diferente. Haz el siguiente ejercicio y pregúntate: ¿Soy capaz de transmitir mis pensamientos y sentimientos más íntimos sin herir a nadie ni sentirme extremadamente vulnerable? Estoy segura que la mayoría de los lectores dirán que no, así que es momento de aprender. Otra nueva habilidad que hay que aprender es ver las señales a tiempo para no desbordarnos ni embarcarnos en relaciones sin antes reflexionar. 

Para recibir hay que dar, pero este acto también conlleva dar equitativamente y no desbordarse, porque el que se desborda no necesariamente expresa su amor, sino que esta conducta más bien se origina de una gran necesidad de afecto y aceptación, lo que permite a la persona hambrienta de amor, colocar las bases para manipular o controlar al ser amado de manera consciente e inconsciente. Tampoco se trata del famoso “toma y daca”, el típico “solo si me dan, doy,” lo que Erich Fromm definió como amor mercantilista.



Dar sin desbordarse funciona cuando no surge de una necesidad enfermiza de control o dependencia emocional que crea expectativas poco realistas de los demás, por lo que sí se puede dar sin esperar nada a cambio. Dar de manera incondicional tiene una cosecha segura, pero tiene sus reglas. A fin de evitar ser abusado, manipulado y/o herido, recomiendo:
  1. Conocer a las personas respecto a lo qué pueden y no pueden dar permite que nuestras expectativas sean objetivas y evita fantasear.
  2. Establecer límites bien definidos en todas nuestras relaciones para que los demás nos respeten y no los trasgredan.  
  3. Confiar en las personas sin ponerse vendas en los ojos.
Por cierto, la vida siempre regresa multiplicado lo que damos de manera incondicional, inclusive, a través de personas de quienes menos lo esperábamos. Podemos dar a una persona que no corresponde, pero a la vuelta de la vida otra persona nos dará otras cosas. 

No podemos vivir desconfiados del mundo y pensar que todas las personas desean hacernos daño, por lo que no es necesario ponernos barreras o armaduras arbitrariamente. Vivir en autenticidad es más disfrutable que estar cuidándonos de los demás.  

Analiza tus relaciones no consanguíneas y donde no hay jerarquías, porque es muy importante que éstas sean recíprocas para tu propio bienestar: pareja, amistades, vecinos, compañeros de escuela y de trabajo: 
  1. ¿Das el cien por ciento del 50% que te corresponde?
  2. ¿Qué tanto das en tus relaciones? ¿Das más del 50%?
  3. ¿Tus relaciones son recíprocas, equitativas?  
  4. ¿Existe un equilibrio entre lo que das y recibes? Tampoco intentes medir el dar y recibir de manera matemática, creo que es más difícil medir las relaciones cuantitativamente, más bien podemos evaluarlas de manera cualitativa, por su calidad.
  5. ¿Qué tanto las personas con quienes compartes tu sentir también lo hacen contigo?
  6. ¿Quiénes de tus amistades ponen barreras para conocerse mejor?
  7. ¿Quiénes mantienen una relación superficial contigo?
  8. ¿Con quienes es más seguro mantener una relación social?
  9. ¿Con quienes puedes abrir tu verdadero sentir respecto a temas más íntimos (tus emociones, opiniones, pensamientos)?
Comprender qué es la reciprocidad nos permitirá crear y mantener relaciones sanas, perdurables y sinceras, a pesar de que la otra persona no fuese honesta consigo misma ni con nosotros. Tenemos el poder personal de hacer recíprocas nuestras relaciones. 

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