13 de diciembre de 2010

COMO ACEPTARSE COMPLETAMENTE

Por Bertha Vasconcelos
http://www.psicologiaycoaching.com/

Cuando hablo de aceptación a uno mismo, me refiero a aceptarse incondicionalmente, y cuando no lo hacemos, el ver nuestras fallas y áreas de oportunidad se hace recurrente. Regresan y regresan hasta que seamos capaces de incorporar como nuestro, todo aquello que nos disgusta de nosotros mismos.

Eso quiere decir, que mientras más rechacemos o nos peleemos con eso que nos desagrada (incluyendo enfermedades, padecimientos y/o limitaciones), más presente estará en nuestras vidas. Cuando aprendemos a aceptarnos, no hay juicios, porque nosotros mismos somos quienes les damos el significado de positivo o negativo a nuestros atributos, conductas o aspectos de personalidad. Desgraciadamente lo hacemos con todo: “Es horrible” “Lo que me sucede es terrible” “Lo que hago es espantoso.” Nosotros mismos nos juzgamos severamente que los demás harían.

Si nos pusiéramos a reflexionar detenidamente acerca de la aparente dualidad que percibimos, nos daríamos cuenta que lo que podría parecer opuesto es simplemente componente de una sola unidad. Por ejemplo, el día y la noche son partes de lo mismo, que es el movimiento que realiza la Tierra alrededor de su propio eje. Así como el frío y lo caliente son partes de un continuo de temperatura, tanto nuestros talentos como nuestros “defectos” son parte de un solo ser que somos nosotros mismos. No hay separación. La fragmentación en pedazos que hacemos de nosotros mismos solamente nos conduce a la confusión y a perder conciencia de la totalidad de nuestro ser (David Bohm). Somos uno, con aciertos y errores, talentos y fallas, logros y fracasos. Somos nosotros mismos quienes adjudicamos la connotación negativa a lo que aprendimos a catalogar como fracaso, error, falla o defecto. Olvidamos que somos humanos y que el cerebro aprende por ensayo y error (Tony Buzan) Cuando nos fragmentamos detenemos nuestro crecimiento.

El enfrentarnos a nuestra propia “obscuridad” nos atemoriza y llena de desesperación. Somos nosotros los que lo catalogamos como “obscuro” en un sentido peyorativo y devaluado. Si ves obscuridad y poca luz, si eres positivo o negativo, optimista o pesimista, eso tendrás, porque dependerá de dónde pones tu atención. ¿Te enfocas en tus talentos o en tus limitaciones? Mientras más atención pones a tus fortalezas éstas brillarán con mayor fuerza sin que por ello desprecies lo que consideras - o los demás consideran - como tus áreas de oportunidad. Por ello, rechazar lo que te disgusta de ti, te lleva irremediablemente a odiarte porque también descalificas tus capacidades, aciertos y virtudes, lo cual te distancia de la aceptación incondicional. ¿Y en dónde quedaría tu sentimiento de valía personal? Conocernos nos hace crecer, aceptarnos nos hace sentirnos valiosos y merecedores de ser felices.

Aprendimos a ocultar o reprimir los aspectos que no aceptamos de nosotros mismos porque fuimos víctimas de castigo, reprimendas o ataques mientras crecíamos. Y entonces creemos que es horrible, o nos odiamos por ser o hacer algo que creemos no corresponde al ideal. El perfeccionismo es la fórmula infalible para odiarnos a nosotros mismos porque no cumplimos con el “modelo ideal” de lo que “deberíamos” ser o hacer. Los deberías, ya dijimos en otro artículo, son verdugos que nos tiranizan y “satanizan” a los demás.

Eres tú mismo quien se rechaza al repudiar lo que consideras vergonzoso de ti, y con ello totalizas al ser que eres. Recriminarte por algo que hiciste impide que te aceptes totalmente. Cuando te aceptes, te podrás perdonar por lo que consideras un “error imperdonable.” Cuando te aceptes tal cual, las personas te aceptarán así como eres y tus relaciones se harán más profundas y honestas porque no te dará vergüenza mostrar tu vulnerabilidad. Es como decirle al mundo: “Mira, éste o ésta soy yo.” Y lo mejor sería añadir: …“y me acepto completamente tal cual soy.” ¿Te imaginas que sentirías si de verdad te lo creyeras?

Las creencias que hemos ido adoptando acerca de la vida, de nuestras conductas y aspectos de personalidad son las que nos hacen sentir mal y despreciar lo que consideramos “feo.” Por supuesto que esta creencia nos hace juzgar también a los demás. Aceptar cada una de las facetas de nuestro ser, por más “horrorosas” que creamos que son, nos integra en un solo ser. No son “horrorosas”, son como son, simplemente son. La totalidad de nuestro ser está compuesto de todo ello que tu eres. ¿Podrías ser neutral y aceptarte tal cual?

Nos asusta, duele o enoja (“horroriza”) también ver la obscuridad de los demás, incluyendo padres, madres, hijos, hijas o parejas. Nunca me cansaré de repetir la frase de Albert Ellis: “La vida no es horrible, es como es.” Y yo agregaría: “No hay nada tuyo por lo que tengas que sentir vergüenza, eres como eres.” Acéptate aunque los demás no te acepten. ¿Podrías de una vez por todas dejar de pensar que algo en ti está mal, como si estuvieses defectuoso o incompleto y hubiese algo que arreglar? ¿Sería posible que cambiaras tus creencias y recordaras que eres un ser maravilloso, que posees talentos que te hacen único, que estás aquí por una razón y que tu vida tiene un propósito?

¿Qué estás haciendo hoy para aceptarte tal cual? ¿Ya te perdonaste? ¿No sería maravilloso y liberador que terminaras este año 2010 aceptándote incondicionalmente?

Bertha García Vasconcelos
http://www.psicologiaycoaching.com/

No hay comentarios: