28 de marzo de 2024

¿COMO SANAR LA RELACIÓN CON LOS PADRES Y EVITAR EL AUTOSABOTAJE?

1. Cuando tus padres violen tus límites, se directo pero no ofensivo. La asertividad respeta tus derechos tanto como los derechos de los demás. Es un tipo de comunicación que soluciona problemas, no los agrava. Hay personas que confunden la asertividad con dureza o alzar la voz, y están muy equivocadas. Eso más bien es agresividad. Muchos de los conflictos humanos se originan en una comunicación deficiente y estrategias de afrontamiento equivocadas.

2. Reconoce cuando tus padres te están haciendo daño y detén el abuso. Ya sea que les digas directa y tranquilamente, sin perder los estribos, sin gritar ni enojarse (para que no te desgastes ni desgastes la relación): “No necesito que me regañes, necesito tu apoyo en estos momentos.” “No me gusta que me grites, te pido que no lo hagas.” “Lamento tener que pedirte esto, pero tu eres mi padre.” “Mejor hablemos cuando estemos más tranquilos.”

3. Acepta a tus padres así como son. Tal vez ellos no han trabajado la aceptación de sí mismos y por ello no aceptan a los demás como son, pero tu sí puedes trabajar la aceptación primero en ti mismo, y después te será más fácil aceptar la sombra obscura de tus padres. Tampoco ellos son como tu quisieras, son como son. Y te dieron lo mejor que pudieron desde su propia historia personal y aprendizaje.

4. Reconoce que no necesitas la aprobación de tus padres, sino la propia. Difícilmente los complacerás. Deja de esperar algo que no sucederá. Define estándares y objetivos realistas para ti mismo de lo que deseas alcanzar y llegar a ser, olvida las expectativas de tus padres. Lo que hagas tal vez nunca será suficiente para ellos, pero para ti sí será suficiente cuando alcances tus metas (no irreales ni perfeccionistas). Felicítate tu mismo y comparte con la gente que te ama y/o cree en ti, pero sin buscar ni esperar la aprobación, reconocimiento ni afecto de nadie, solamente de ti mismo.

5. Cuando te sientas vulnerable ante tus padres, date una tregua. Conversa con un amigo que esté pasando por una situación parecida a la tuya o con un profesional si no lo has hecho antes. Se cauteloso para evitar generar culpa, y por ende, autosabotaje (autocastigo). No te desalientes y continúa con tus planes y vida. Es indispensable sanar la relación con tus padres para que no detengas tu progreso económico y laboral.

6. Cuando dejes de necesitar la aprobación o afecto de tus padres, conocerás el desapego. El desapego no es abandono ni falta de amor. Cuando los aceptes y ames como son, será más fácil sentir desapego. Significa que no es necesario dejar de frecuentar a tus padres, simplemente que ya no esperas de ellos más de lo que te pueden dar. El abandonarlos, rechazarlos o no verlos es evasión. A corto plazo el evadir gana tranquilidad pero se pierde más a largo plazo. Tarde o temprano tendrás que enfrentar los fantasmas del pasado.

7. Si tus padres no maduraron aspectos emocionales de sí mismos, tu sí puedes aprender inteligencia emocional. La prudencia y sentido común muchas veces son responsabilidad del que está consciente de la situación, por lo que con frecuencia, recae en los hijos adultos. Los padres también generan sentimientos de culpabilidad que no pueden manejar. Si fallas antes sus ojos, se culpabilizan de no haber sido un buen padre o madre, así que al sentir la incomodidad de la culpa (“fallé como padre o madre”) pueden volcar su molestia hacia ti.

8. No siempre nuestros padres son los monstruos que pensamos. Debido a que nuestra interpretación de la realidad puede estar deformada, es aconsejable aprender a identificar los detonadores de tu ira y manejar apropiadamente tus emociones para ser más objetivo y racional. En muchos casos, llegamos a dramatizar, exagerar y catastrofizar, es decir, magnificamos las situaciones. Nuestros pensamientos automáticos surgen de nuestras creencias irracionales, y con frecuencia, nos meten en líos. No podemos ni debemos culpar siempre a los demás de nuestros problemas. Es necesario reconocer nuestra propia responsabilidad.

9. Fija nuevos límites. Si te intoxica el convivir con tus padres, date un respiro y redefine los límites que has tenido hasta ahora. El vivir con tus padres te ha brindado extraordinarias oportunidades de aprender a manejar la relación y definir nuevos límites porque te permite darte cuenta de que hay algo que sanar en la relación. Mientras resuelves la relación conflictiva, mantén tus conversaciones en temas neutrales o espacía tus visitas. Si es más sano, múdate y vive solo o comparte un departamento. Hay padres con los cuales no se puede ni conviene vivir, es más sano vivir aparte. Recuerda, no se trata de huir ni abandonar, te creerás mayores problemas a la larga.

10. Si tus padres son mayores necesitan cariño y apoyo, por lo que dar lo que desees dar, sin que sientas que te sacrificas te hará sentir bien contigo mismo, sin culpas ni rencores, y sobre todo, no te odiarás a ti mismo por hacer algo que no deseabas hacer. Recuerda que el que da recibe, y tu recibiste los cuidados que necesitabas de tus padres (o al menos uno de ellos) cuando eras muy pequeñito.

11. Tienes derecho a molestarte (cuidado con dejar que la ira escale a niveles inapropiados) por alguna acción o comentario de tus padres, así que no te sientas culpable para que no te autocastigues por sentir hostilidad hacia ellos. Admite tu molestia ante ti mismo pero no te enganches en el enojo ni el rencor a fin de evitar que se convierta en hostilidad encubierta, y después por sentirte culpable, te autocastigues y/o aceptes situaciones de abuso en tus relaciones de pareja.

12. Si las emociones te rebasan o no puedes manejar la culpa y te estás saboteando, es decir, no logras tus objetivos a pesar de tus mejores esfuerzos, recurre a un psicólogo, con su ayuda encontrarás los recursos para sanar y lograr tu bienestar.

Para terminar, solo me gustaría recalcar que tus padres te legaron y dieron cosas positivas. Tal vez ya te diste cuenta, quizás no. Has llegado a ser quien eres gracias a lo que has vivido y por haber nacido dentro de tu familia y no otra. Algún día te darás cuenta que todo era necesario para llegar hasta aquí y ser quien eres. Es tu elección el camino que deseas tomar. Eres adulto, ya no puedes culpar a tus padres de tu desgracia. Es el momento de tomar las riendas de tu vida y responsabilizarte de tus pensamientos y decisiones. Libérate de la culpa y el autosabotaje, y sigue tus sueños, estando en paz con tus padres. Perdónate y perdónalos. Acéptate como eres y acéptalos tal cual son. Suelta la ira y el rencor. Ámate y ámalos incondicionalmente sin esperar nada.

Derechos reservados ©Bertha García Vasconcelos

Referencias bibliográficas:

1. Artículos en Blog Psicología y Coaching. Bertha Vasconcelos www.psicologiaycoaching.com
Hoy ha sido un día terrible.
Creencias, Emociones y Perfeccionismo
Tolerancia a la Frustración
Tolerancia a la Frustración 2a parte
El Autosabotaje
Cómo Liberarse del Autosabotaje
2. Cuando digo no me siento culpable. Manuel J. Smith
3. Asertividad. Una alternativa para el óptimo manejo de las relaciones interpersonales. Mirta Flores
4. Cuestión de dignidad. Aprenda a decir no y gane autoestima siendo asertivo. Walter Riso
5. Donde terminas tu empiezo yo. Anne Katherine
6. Chantaje emocional. Susan Forward
7. Hijos tiranos o débiles dependientes. Martha Alicia Chávez
8. Hoy tirano mañana Caín. Prado y Amaya
9. Padres obedientes, hijos tiranos. Prado y Amaya
10. Healing the child within. Charles Whitfield

¿QUÉ ES ESO QUE LLAMAN AMOR INCONDICIONAL?


Por Bertha Vasconcelos


Nuevamente trataré este tema porque me parece fundamental su comprensión en estos tiempos, sobre todo dada la incertidumbre generada por el cambio climático, clima solar, así como los sucesos mundiales y locales que afectan a todos los países.

Cuando hablo de AMOR INCONDICIONAL a sí mismo, también conocido como AMOR PROPIO, me doy cuenta que a la mayoría de la gente se le dificulta comprender el significado completo de ello, a pesar de la gran cantidad de películas, talleres, libros y maestros que han promovido el tema desde siglos atrás. Este concepto es tan importante que ha recibido amplia atención de psicólogos y pensadores, quienes han escrito sobre ello desde hace muchísimos años, y ahora me doy cuenta que lamentablemente no han sido comprendidos al 100% por sus lectores. A pesar de que podamos leer o escuchar al respecto, no basta con una o dos lecturas, videos o cursos, hay que practicarlo diariamente para apenas comenzar a comprenderlo en su dimensión completa.

Sin ir más lejos, hace 2 mil años se nos dio el mensaje de lo que es el AMOR INCONDICIONAL por primera ocasión y aun no lo comprendemos cabalmente. Y no solo no lo comprendimos entonces, sino que la misma humanidad sacrificó a su Mensajero. Históricamente en este planeta, si alguien habla de AMOR INCONDICIONAL es sacrificado brutalmente, lo cual es realmente incomprensible y paradójico.

Esto me indica que los seres humanos estamos tan heridos, por los demás y por nosotros mismos, que se nos dificulta comprender el significado del AMOR y sobre todo hacia a uno mismo. Me queda claro que llevamos siglos tratando de sanar la herida interior que todos llevamos dentro, y la gran herida de la humanidad que causa y cosecha violencia, crimen, enfermedad, injusticia y pobreza.

Muchas personas creen que el AMOR INCONDICIONAL inicia con el otro. Creen que trata de aceptar las fallas de los demás pero toleran el maltrato y el desamor, porque tienen confundido el concepto. O bien, demandan y esperan que sus seres queridos las acepten con sus errores y defectos, aun cuando hablan sin pensar y ofendan con sus palabras a sus seres queridos o simplemente porque así debe ser, generando culpa en el otro. Otras más creen que se aman y aceptan cuando no es verdad porque continúan subestimándose y culpándose. Algunas personas creen que amarse es pensar solamente en ellas mismas y caen, sin darse cuenta, en un individualismo extremo que raya en egoísmo, lo que originó la Era del Vacío o Narcisismo en la cual vivimos actualmente, que Gilles Lipovetsky describe brillantemente en su libro del mismo nombre. Por otra parte, las mujeres tienen confundido el amor con control y sobreprotección, y los hombres con debilidad. Ambos géneros tenemos confundidos lo que es el AMOR INCONDICIONAL con la codependencia.

Muestras de que aun no conocemos el AMOR INCONDICIONAL es caer en patrones depresivos, de auto-sabotaje, en sadismo, masoquismo, adicciones, obsesiones, narcisismo, auto-compasión, auto-devaluación, impotencia, miedos exagerados, perfeccionismo, rigidez, auto-exigencia y exigencia a los demás, no sentiré merecedor, egocentrismo, desesperanza, e inclusive, odio a sí mismo. Cuando hablo de desprecio a uno mismo me refiero a no aceptarse tal cual, a rechazar nuestra sombra, aquello que no nos gusta de nosotros mismos, y que cobra vida manifiesta al deprimirse por cometer un error o tener un fracaso, al violentarse o violentar a otros, como algunos ejemplos. Como podrán darse cuenta, no es tan fácil reconocer que uno se odia o no se acepta, lo que equivale a amarse sin condición.

No aprendimos a amarnos a nosotros mismos, porque a pesar de que nuestros padres hicieron lo mejor que pudieron no nos amaron incondicionalmente, porque ellos tampoco lo aprendieron pues sus padres no sabían cómo hacerlo, porque a su vez sus progenitores no sabían cómo, y así sucesivamente, generación tras generación. Como humanidad, estamos apenas aprendiendo a AMARNOS INCONDICIONALMENTE.

Además existen heridas emocionales profundas. En muchos más casos de los que siquiera podemos imaginar, hay heridas que hacen que las personas sientan culpa o vergüenza porque fueron víctimas de abuso físico, emocional o sexual por extraños, sus propios padres o familiares, o fueron tocados por otros niños (víctimas a su vez de abuso) durante la niñez o adolescencia. Todo ello deja huellas de dolor que si la persona no reconoce, se aleja tanto del AMOR PROPIO que será más propensa de adulta a sufrir de episodios de depresión severa, o bien, será presa fácil del pesimismo y la depresión leve que se alarga durante meses y hasta años. Cuando una persona se deprime, no sabe que podría estarse castigando por algo tan simple como enojarse porque ello no cumple con su Yo Ideal interiorizado. En algunos casos, la depresión puede ser una forma de auto-sabotaje. El quedarse atrapado en un drama y rumiar la pena, también es otra forma aprendida de auto-sabotearse. Sentirse víctima, el decirse a sí mismo ¿Por qué yo?, podría ocasionar que las personas nos quedemos sumidas en el drama por días, semanas y meses, sin darnos cuenta que sí podemos salir de ese estado de víctima en cuanto lo decidamos. Caer en el drama, sentir lástima por uno mismo (self-pity), sentirse víctima, controlar, despreciarse, rumiar, auto-sabotaje, sentir vergüenza, culpa, es opuesto a sentir AMOR INCONDICIONAL. En ocasiones, será necesario recurrir a un profesional para sanar viejas heridas y trabajar activamente en su sanación para salir del rol de víctima, de los patrones de auto-sabotaje o del desprecio a uno mismo.

Al final se dará cuenta que El AMOR INCONDICIONAL trata de sí mismo. Cuando se AMA a sí mismo puede amarse y si se puede PERDONAR podrá perdonar a los demás. Porque solo el que se AMA INCONDICIONALMENTE A SI MISMO PUEDE PERDONARSE.

LO VERDADERAMENTE IMPORTANTE

Por Bertha Vasconcelos


Quiero retomar un pensamiento que escribí hace algunos meses: La humanidad se ha complicado tanto la vida que valdría la pena reconsiderar nuestras viejas prácticas y transformar lo obsoleto, lo inútil, lo que nos roba de nuestro valioso tiempo para lo verdaderamente importante.

No muchos saben que la importancia es prioritaria a la urgencia, por eso vivimos haciendo las cosas urgentes y no las importantes. Lo mismo ocurre en los trabajos, las personas dejan lo importante de lado por lo urgente y no logran los resultados que se esperan de ellas, porque las hace menos efectivas. Estamos tan ocupados en cosas banales, dedicando demasiado tiempo a preocuparnos por cosas tontas y superfluas. O nos pasamos la vida enojándonos por los hábitos de los demás, asumiendo fantasías creadas en la propia mente lejos de la realidad. Pero también pasamos mucho tiempo pensando en qué compraremos, qué prenda de vestir nos pondremos, cómo mantenerse a la moda, en el próximo look que adoptaremos o cómo ocultar las canas y las arrugas. Cuestiones que se convierten en banalidades conforme crecemos y ampliamos nuestra consciencia, precisamente cuando nos damos cuenta que la vida es mucho más que ello. Porque el cuerpo y todo lo que hicimos con él, para bien o para mal, se acaba, envejece de todas maneras, y al final, irremediablemente se desecha.

Cuantos no viven del trabajo a la casa y viceversa, conviviendo únicamente con la familia más cercana, creando una zona de confort que promueve la pereza. Aquélla que impide arriesgarse, avanzar y dar el siguiente paso que requiere un poco más de esfuerzo. Nos olvidamos de los amigos, de la familia extendida, de hacer lo que más nos apasiona porque está más cerca del corazón, cayendo en la zona de confort, que tarde o temprano con los años nos sumirá en el aburrimiento de lo cotidiano y familiar. Cuantas personas sanas conocemos que sus vidas son iguales durante años, sin novedad alguna.

LA VIDA ES MUCHO MÁS…

Parece obvio, pero no es así para muchas personas. La vida es mucho más que el trabajo, el dinero, la casa y la familia inmediata. ¿Qué hay de todos aquellos talentos que tenemos, del potencial que existe en nuestro interior, de encontrar un sentido a la vida y el propósito por el cual aún estamos aquí? ¿Qué hay de los amigos verdaderos y las personas que han sido tus mentores? Enterramos nuestros sueños y talentos en el empolvado sótano de nuestra psique, y nos aferramos a lo familiar, porque es más fácil vivir sin riesgos ni esfuerzos adicionales. 

Hay millones de personas con talentos desperdiciados, que se quedan dentro del caparazón que las protege de los riesgos y lo nuevo, porque tienen miedo de convertirse en las personas que realmente son. O enmascaran el temor con un orgullo falso creyéndose que engañan a los demás al decir que viven una vida plena. Nos encerramos en nuestro propio egoísmo y nos concentramos en actividades fútiles. Nos aferramos a rutinas y hábitos inútiles, al trabajo insatisfactorio o dejando de relacionarnos con aquellas personas que han llenado nuestra vida con sabiduría, amor o amistad. 

¿QUÉ HACES CON TU VIDA?

Yo no soy puritana ni una santa, pero pienso que vivir no es disfrutar el momento desde el punto carnal como la creencia popular adolescente-juvenil, que al convertirse en adulto es reemplazada por vivir con responsabilidad en el presente, consciente de que las decisiones presentes crean nuestra vida futura. He escuchado personas, en su mayoría hombres, que cuando hablan de “vivir” se refieren a tener sexo o satisfacer los sentidos. El cuerpo sin dirección se convierte en un manojo de apetitos sensuales y sensoriales buscando sin cesar placer a toda costa. El que deja que su cuerpo lo dirija no piensa en nada más allá ni mucho menos en las consecuencias de sus actos. 


Para muchos hombres, las conquistas sexuales se convierten en el centro de atención, descuidando sus relaciones más cercanas, y si son casados, lastiman a sus hijos más que a nadie en el mundo. Y todo por un placer temporal. Las relaciones sexuales extra-maritales originan graves consecuencias en sus descendientes, quienes terminan pagando por las conductas irresponsables de sus padres. La atracción sexual que se convierte en adicción termina rompiendo el corazón, al menos, de su cónyuge y hiere los corazones de sus hijos, como si se les inyectara un veneno que minara su bienestar emocional generación tras generación, lo cual requerirá de largos procesos de sanación.

Nos evadimos con pasatiempos, hábitos y adicciones que nos alejan de las situaciones y personas que tememos. El dinero también es otro buen distractor de lo que es realmente importante. Como humanidad vivimos engañándonos a nosotros mismos e intentamos engañar también a los demás: “Todo está bien porque la vida es nacer, crecer, reproducirse y morir” o el “Vivir es comprar, tener, poseer y acumular.” Pienso que cuando alzamos la mirada y finalmente aceptamos que la vida es más que satisfacer las necesidades del cuerpo físico, habremos tocado un poquito el cielo y las infinitas posibilidades de tener una vida plena desde una realidad más completa. Porque tarde o temprano, nos daremos cuenta de que nada es como parece.

¿QUÉ ES LO VERDADERAMENTE IMPORTANTE PARA TI?

¿Te has preguntado si realmente sabes lo que es verdaderamente importante para ti? O, ¿crees saber lo que es realmente importante? ¿Qué pasaría si estuvieses a punto de morir o pudieras ver tu vida pasar como una película frente a tus ojos? ¿Qué te hubiera gustado hacer diferente? ¿Quiénes son importantes para ti? ¿Que no te atreviste a hacer? ¿Con que sueños te quedaste sin cumplir? ¿Qué hiciste con tus talentos y anhelos? ¿Lograste encontrar el camino del corazón que te lleva a sentir inmensa paz, y la alegría por estar vivo al abrir tus ojos cada mañana y agradecer por todo lo que tienes? Si te has mentido a ti mismo o a los demás, ¿eso es lo que deseas llevarte o dejarle a tus familiares y amigos?

Si dejáramos de jugar a hacernos tontos, nos daríamos cuenta que no pasa nada malo si pensáramos y reflexionáramos sobre nuestra propia vida. Tal vez si los humanos, dejáramos de mentirnos a nosotros mismos, solo tal vez, tendríamos una vida mejor y dejaríamos un mejor mundo. El egoísmo y el hedonismo a corto plazo ha creado un mundo falso e incierto, parapeto de locuras y desesperanzador para los jóvenes sensibles. 


¿QUÉ HACES CON TU TIEMPO?

Aunque quisiéramos negarlo, sabemos perfectamente cuándo estamos perdiendo el tiempo en cosas inútiles. El tiempo, que no es más que nuestra propia vida, se va con los meses y años. Podrías consolidar o no tus metas y sueños más anhelados. Podrías lograr o no simplemente lo que deseabas para tu vida, pero podrías tener miedo de lanzarte a conseguir lo que más deseas y entonces te conformas con una vida cómoda, familiar, sin mejorar, sin dejar lo que te hace daño, sin atreverte a cambiar, a permitir que tu luz brille e ilumine a tus semejantes. Quizá porque temes entrar dentro de ti mismo y observar tus propios demonios y tu peor obscuridad para poder iluminarla. O tal vez porque no quieres reconocer tus emociones que te asustan tanto. O porque crees que la vida es solo esto, un cuerpo físico que hay que satisfacer a costa de lo que sea, porque no crees que hay más que esta vida, no hay nada más allá de la muerte.  Si no hay más, para qué hacer algo diferente, y entonces vives la vida locamente sin sanar las heridas primarias, ni intentar ver-te para aprender a amar-te.

O ¿es que acaso el dinero te preocupa y le dedicas demasiadas horas y/o días? Y te angustias demasiado, y lo pones por encima de tu salud y tus seres queridos. O bien, ¿eres de esos que se la pasan observando y criticando a los demás, pero no se ven a mismos? ¿De esos que no comprenden que a aquéllos que juzga son tan solo el espejo de sí mismos? Y pierden tiempo en analizarlos en lugar de mirarse.

La prueba de que como humanidad estamos perdidos es que no hemos podido resolver los problemas que aquejan a la mayoría ni mejorar un poco la situación mundial actual, al contrario, los números siguen aumentando. Estamos atorados porque no sabemos identificar las prioridades, lo que es realmente importante, lo básico o indispensable. Por ejemplo, los que gobiernan la ciudad de México quieren que circulen autos nuevos y tengamos vías de primer mundo, cuando las calles necesitan urgentemente lo más básico, como señalamientos y re-pavimentarse, así como sus habitantes necesitan comer tanto como gozar de buena salud antes de comprar un auto nuevo. Me parece que hay confusión en las prioridades,    

¿QUÉ HACER?

Creo que pensar en lo que vale la pena, en nuestras prioridades, puede ayudarnos al menos a cada uno. Podríamos empezar por hacernos algunas preguntas como las siguientes:

  1.  ¿Qué es más importante? ¿Vivir la vida que los demás desean para ti o la vida que tú quieres?
  2.  ¿Qué quieres de la vida?
  3. ¿Cómo quieres ser recordado?
  4.  ¿Cómo quieres vivir tu vida? 
  5.  Al final del camino, ¿qué deseas llevarte?
  6.  ¿Qué deseas dejarle a tu familia, tus amigos y a la humanidad?
  7.  ¿Cómo puedes simplificar tu vida? 



Nuestra civilización podría estar menos enferma si tan solo así lo quisiéramos, con tal solo ser más responsables de nuestros actos y decisiones. No es tan difícil preguntarse antes de hacer algo: “¿A cuántos y cómo afectará negativamente esta decisión?”

Pienso que es muy importante atreverse a soñar, a ir más allá de lo que se hace y tiene; atreverse a ser lo que realmente somos cada uno de nosotros, sin las creencias ni aprendizajes que no son nuestros, que venimos arrastrando de generación en generación y que nos hacen infelices.  

Todos tenemos oportunidades y posibilidades, ¿quieres aprovecharlas? 

20 de enero de 2024

LA RECIPROCIDAD EN LAS RELACIONES

Por Bertha Vasconcelos

Para recibir hay que dar

Si deseamos que nuestras relaciones sean sanas, seguras, honestas y confiables, necesitan ser recíprocas. Pero, ¿qué es eso que llamo reciprocidad?

No es un concepto que yo haya inventado, sin embargo, es algo que comprendí a profundidad hace algunos años. De haberlo aprendido antes, me habría ahorrado muchos tragos amargos. Ciertamente entender qué es la reciprocidad ayuda a evitar malas experiencias, incluyendo desilusiones y traiciones innecesarias, porque permite modular las expectativas que tengamos de alguna persona, así como nos permitirá aplicar una dosis sana de cautela al inicio de toda relación de pareja o amistad.  

Los términos de justicia, equidad, equitativo, equilibro, balance e igualdad definitivamente se relacionan con este concepto. Prefiero usar la palabra reciprocidad dentro del contexto de las relaciones. Recordemos que toda relación es de dos, es decir, que uno tiene el 50% de la responsabilidad de cultivarla y mantenerla. Pero también aplica en los casos de relaciones casuales, temporales o esporádicas, como una recepcionista o vendedor de piso, porque cada parte tiene la responsabilidad, al menos de respetar a la otra persona.

Hablemos primero de la amistad. Veamos dos casos de amistad. El primer caso es una amiga que nunca te llama, pero se mantiene en contacto a través de mensajes de texto y se interesa genuinamente cuando estás enferma o tienes un problema. El segundo trata de una amiga que únicamente te llama cuando tiene un problema y necesita de tu consejo, o bien, tú le llamaste primero y solo llama para reportarse. Creo que está bien clara la reciprocidad en ambos casos. Deja de llamar a la amiga del segundo caso, y espera a que te llame  ella. Me encantaría que no te quedes esperando toda la vida, pero si no te llama ahí tienes tu respuesta. En este caso, tienes varias alternativas, entre ellas, sin decir nada puedes alejarte o poner mayor distancia. En la mayoría de los casos, no ganas nada con decirle algo a tu amiga porque ni siquiera te entenderá, porqué así es ella y no cambiará. En el caso de que haya cariño, y charlar con ella te enriquece, podrías continuar igual pero sabiendo y aceptando que esta persona no cambiará. Te aseguro que de esta manera ya no estarías en desventaja y no te sentirías utilizada, recuperas tu poder porque tú eres quien hace que esta relación sea más recíproca. La conciencia nos da poder personal. 

Las mujeres fuimos socializadas para expresar y hablar de nuestras emociones. Por ejemplo, si una amiga no comparte contigo sus sentimientos, y tu sí le estás compartiendo los tuyos, nos encontramos ante una relación no recíproca. Es una relación superficial, mantenida así por la persona que no comparte de sí misma, porque tal vez vive a la defensiva y se coloca una máscara o barrera para no ser lastimada. En tal caso, necesitamos estar alertas y saber que esa persona está manteniendo la relación en la superficie, entonces se recomienda mantener la relación en el mismo nivel de intimidad para hacerla una relación recíproca. Lo mejor que podría suceder es que con el tiempo se desarrollará una mayor confianza lo que les permitiría cultivar una relación más profunda, de verdadera amistad. 

En el caso de las parejas, la reciprocidad es mucho más compleja, sobre todo en la actualidad porque los roles no están bien definidos como antes. Él era el único proveedor y mientras cumpliera con su rol, así como ella cuidara bien de los hijos y atendiera su casa, no había reclamo por parte de ninguno de los dos. Pero, ¿qué sucede ahora en donde el hombre ha dejado de ser el único proveedor y además comparte las labores de la casa y educar a los hijos? Existe una línea muy delgada de la reciprocidad, ¿cómo saber cuándo existe o no un equilibrio entre el dar de ambos? 

Las parejas actuales se beneficiarían si conversaran ampliamente y dejaran muy claro para el otro que significa para cada uno recibir en proporción a lo que dan. Por ejemplo: fidelidad, sexo, romance, compartir labores de la casa, proveer económicamente, tiempo para pasar solos como pareja, cuidar y educar a los hijos, etc. 

En la actualidad algunos desean que el dar de su pareja sea exactamente igual a lo que da. Sin embargo, eso es imposible ya que las personas aman y dan de diferentes maneras de acuerdo a su personalidad, historia y estilo de apego. Si alguno o ambos construyen una realidad privada al excluir a su pareja de sus verdaderos sentimientos, no contribuye a la reciprocidad, por ello la psicoterapia puede serles útil para aprender a comunicarse a fin de desarrollar intimidad y compromiso para mantener la relación. En el artículo LA RELACIÓN DE PAREJA DURADERA, escribí: Si no se comparte lo que nos incomoda de sus acciones, las personas se van alejando con el tiempo hasta llegar a ser extraños. Se acumula resentimiento y el amor se “entierra.” Recuerda que si no eres completamente sincero no puedes esperar que la otra persona lo sea. Existen mayores probabilidades de que si eres sincero obtengas lo mismo. Y cuando hablo de ser sincero me refiero a compartir opiniones y el verdadero sentir. Es preciso comunicar sin herir, pero también es indispensable no guardarse cosas que afectan la relación y que sí favorecen que se guarden resentimientos. No es fácil porque implica aprender nuevas habilidades que nuestros padres ni nadie más nos enseñaron.

Concédeme la oportunidad 
de hacer valer mi derecho
de conocer mis errores 
para así poder analizarlos 
y corregirlos.

Patricia García Vasconcelos

Mi hermana mayor escribió la frase hace muchos años y considero que es muy acertada en cuestiones de problemas de pareja. A fin de lograr una mejor relación y reciprocidad es necesario aprender a comunicarse de manera diferente. Haz el siguiente ejercicio y pregúntate: ¿Soy capaz de transmitir mis pensamientos y sentimientos más íntimos sin herir a nadie ni sentirme extremadamente vulnerable? Estoy segura que la mayoría de los lectores dirán que no, así que es momento de aprender. Otra nueva habilidad que hay que aprender es ver las señales a tiempo para no desbordarnos ni embarcarnos en relaciones sin antes reflexionar. 

Para recibir hay que dar, pero este acto también conlleva dar equitativamente y no desbordarse, porque el que se desborda no necesariamente expresa su amor, sino que esta conducta más bien se origina de una gran necesidad de afecto y aceptación, lo que permite a la persona hambrienta de amor, colocar las bases para manipular o controlar al ser amado de manera consciente e inconsciente. Tampoco se trata del famoso “toma y daca”, el típico “solo si me dan, doy,” lo que Erich Fromm definió como amor mercantilista.



Dar sin desbordarse funciona cuando no surge de una necesidad enfermiza de control o dependencia emocional que crea expectativas poco realistas de los demás, por lo que sí se puede dar sin esperar nada a cambio. Dar de manera incondicional tiene una cosecha segura, pero tiene sus reglas. A fin de evitar ser abusado, manipulado y/o herido, recomiendo:
  1. Conocer a las personas respecto a lo qué pueden y no pueden dar permite que nuestras expectativas sean objetivas y evita fantasear.
  2. Establecer límites bien definidos en todas nuestras relaciones para que los demás nos respeten y no los trasgredan.  
  3. Confiar en las personas sin ponerse vendas en los ojos.
Por cierto, la vida siempre regresa multiplicado lo que damos de manera incondicional, inclusive, a través de personas de quienes menos lo esperábamos. Podemos dar a una persona que no corresponde, pero a la vuelta de la vida otra persona nos dará otras cosas. 

No podemos vivir desconfiados del mundo y pensar que todas las personas desean hacernos daño, por lo que no es necesario ponernos barreras o armaduras arbitrariamente. Vivir en autenticidad es más disfrutable que estar cuidándonos de los demás.  

Analiza tus relaciones no consanguíneas y donde no hay jerarquías, porque es muy importante que éstas sean recíprocas para tu propio bienestar: pareja, amistades, vecinos, compañeros de escuela y de trabajo: 
  1. ¿Das el cien por ciento del 50% que te corresponde?
  2. ¿Qué tanto das en tus relaciones? ¿Das más del 50%?
  3. ¿Tus relaciones son recíprocas, equitativas?  
  4. ¿Existe un equilibrio entre lo que das y recibes? Tampoco intentes medir el dar y recibir de manera matemática, creo que es más difícil medir las relaciones cuantitativamente, más bien podemos evaluarlas de manera cualitativa, por su calidad.
  5. ¿Qué tanto las personas con quienes compartes tu sentir también lo hacen contigo?
  6. ¿Quiénes de tus amistades ponen barreras para conocerse mejor?
  7. ¿Quiénes mantienen una relación superficial contigo?
  8. ¿Con quienes es más seguro mantener una relación social?
  9. ¿Con quienes puedes abrir tu verdadero sentir respecto a temas más íntimos (tus emociones, opiniones, pensamientos)?
Comprender qué es la reciprocidad nos permitirá crear y mantener relaciones sanas, perdurables y sinceras, a pesar de que la otra persona no fuese honesta consigo misma ni con nosotros. Tenemos el poder personal de hacer recíprocas nuestras relaciones. 

12 de enero de 2024

QUE NO DECIR AL DAR UN PESAME

Por Bertha Vasconcelos 

Empecé a escribir este artículo en el año 2022, y por diversas razones no podía terminarlo. 

En mis grupos de apoyo tanatológico es común escuchar que las personas que han perdido a un ser querido se quejen de lo mismo. Todos hemos recibido comentarios y pésames bien intencionados que nos molestan, pero sobre todo duelen. Y es que las personas realmente no sabemos que decir en los funerales.

La mayor parte de los siguientes pésames me fueron compartidos amablemente por los participantes a estos grupos. Resultó un buen ejercicio catártico.

Tal vez nosotros mismos hemos dicho algo similar y/o también nos lo han dicho cuando hemos sufrido pérdidas significativas. Son las palabras desatinadas de familiares y amistades.




LO QUE NO SE DEBE DECIR  

Los títulos explican los motivos por lo que esas frases no son apropiadas.  

Nadie sabe cómo se siente otra persona:

“Entiendo tu dolor,” Se cómo te sientes,” “Debes de entender que fue lo mejor.”

Filosofía de vida compartida o no por el doliente, pero inoportuna:

“Ya suéltalo, pasó por una razón,” “Ya era su tiempo, ya estaba escrito,” “Ya era grande,” “Vivió una larga vida,” “Ya está descansando,” “Está en un mejor lugar,”

“Ya descansó y de paso te dejó descansar a ti,” “Todo pasa por alguna razón.”

Patrón disfuncional de evitación de nuestra civilización que enseña a evitar o reprimir las emociones:

“No llores,” “Todo el tiempo te ves triste,” “Ya no llores porque no lo dejas descansar,”

“Deja de llorar, te estás acabando,”  “Ya no llores, pones mal a tus hijos,”

“No veas fotos, no te ayuda.”

Asumir que saben dónde están los seres fallecidos o donde están o como sienten, si es que aun sienten como nosotros:

“No lo dejas descansar”, “Fue lo mejor, así ya no sufre”, “Ya no está sufriendo,” “Está mejor allá donde está,” “No puedes seguir triste, a él no le gustaría verte así,” “Está en un mejor lugar.”

Minimizar los sentimientos del doliente:

“Sigue adelante, tu puedes”, “Échale ganas”, “Animo, tu eres fuerte,” “Ya supéralo, ya pasó tiempo,” “Debes superarlo y seguir,” “Ya pasaron 3 meses.”

A mi en lo particular, la palabra que más me molesta es “Animo.”

Comentarios religiosos que incluyen a Dios:

“Dale gracias a Dios por el tiempo que lo tuviste,” “Dale gracias a Dios que se lo llevó porque de todos modos se iba a ir, si no era por el Covid, iba a ser de otra cosa y quizá peor,” “Dios así lo quiso y nos ama.”

Debido a lo anterior, es mejor evitar estos comentarios al dar un pésame. Sus amistades y familiares se lo agradecerán. 

En mi próximo artículo sobre Tanatología hablaré sobre los pésames más reconfortantes que hemos recibido. 




 

27 de noviembre de 2023

COMO TOMAR DECISIONES

Bertha Vasconcelos
www.berthavasconcelos.com



Hace aproximadamente un mes leí un artículo titulado 4 Maneras de Tomar Mejores Decisiones. Se me hizo interesante y aquí incluiré esas cuatro maneras además de las estrategias que he aprendido en mis trabajos anteriores y en la Maestría. 

Antes de empezar, quisiera asegurarles a los lectores que TODOS hemos tomado malas decisiones en nuestras vidas. Dicen “mal de muchos, consuelo de tontos,” pero no es así. Saber que todos lo hemos pasado nos ayuda a sentirnos normales y no fenómenos cargando con vergüenza inútil. Deseo que las personas dejen de lamentarse o sentirse mal por las decisiones que tomaron las cuales consideran erróneas. Aun no conozco a un ser humano no cometa errores (no existe). Sin embargo, en mi opinión coincido con otros autores como Elisabeth Kubbler-Ross (madre de la Tanatología), que afirma que no hay errores, solamente son oportunidades de aprendizaje. Y yo llegué a la conclusión que todo en la vida son solo experiencias que representan oportunidades para aprender algo. Martirizarse por las malas elecciones o decisiones que hemos tomado, únicamente hace que una persona se sienta mal consigo misma y/o con los demás.   

Para empezar, sugiero que esos errores que cometiste y ves “horribles,” los transformes en simples experiencias de vida y hagas una reflexión profunda y sincera de todo lo que aprendiste de ellas. Porque es muy fácil darse cuenta en el momento presente sobre lo que debiste hacer diferente, pero ¿cómo aprendiste si no lo experimentaste? Recuerda que esta reflexión actual de una situación del pasado es consecuencia, justamente, de esa experiencia dolorosa, vergonzosa o “terrible” que sucedió. Actuaste desde lo que mejor sabías en ese momento de tu vida.

Si estás de acuerdo conmigo, te recomiendo que desde este momento, te perdones, y arrojes cuanto antes la culpa y vergüenza que puedas sentir a la basura porque son dos sentimientos sumamente dañinos para todo ser humano.

¿Recuerdas la frase que dice: Lo consultaré con la almohada? Resulta que el artículo explica que la primera manera para tomar decisiones radica en la demora. Investigaciones recientes encontraron que aun un pequeño retraso como una fracción de segundo antes de elegir una alternativa, lleva a tomar mejores decisiones, más precisas. Los investigadores de Columbia University Medical Center encontraron que si se toma tiempo antes de elegir, el cerebro puede enfocar su atención en lo más relevante de la información presentada y dejar fuera los distractores irrelevantes. Por ello sugieren que, en lugar de trabajar más en una decisión, se le permita al cerebro posponer la decisión a fin de ser tomada en un tiempo más propicio. Así que consultarlo con la almohada y pensar mejor antes de elegir, nos lleva a tomar mejores decisiones.

La segunda manera se basa en un estudio en la Universidad de Toronto, donde encontraron que las personas con altos niveles de inteligencia emocional tomaron mejores decisiones que los de bajos niveles de EQ debido a que estos últimos permitieron que la ansiedad sobre otros asuntos en sus vidas, influyeran en sus decisiones actuales. Las personas continuamente toman decisiones bajo la influencia de emociones intensas que no tienen que ver con las decisiones que están tomando. Los investigadores encontraron que si las personas se hacen conscientes de la ansiedad o emociones que no están relacionadas al caso, podrán tomar mejores decisiones. De esa manera podrán demorar la decisión cuando sean capaces de enfocarse en el tema o al menos únicamente en las emociones que están relacionadas a la decisión. Las personas emocionalmente inteligentes no remueven sus emociones del proceso de toma de decisiones, solamente las que no tienen que ver con la decisión.

Siempre he pensado que no debemos tomar decisiones desde el miedo o el enojo. La ansiedad es una emoción irracional producto de intensificar el miedo. Desde miedo al rechazo, abandono o al futuro, hasta ansiedad a terribles situaciones que tal vez nunca sucederán. Por otro lado, el enojo simplemente no permite pensar. Es mejor tranquilizarse primero antes de hacer elecciones. El rencor es una de las manifestaciones del enojo, por lo que tampoco se tomarán buenas decisiones desde el resentimiento.  

Cuando ayudo a las personas en un proceso de toma de decisiones, les recuerdo que deben incorporar las emociones que intervienen y/o se producirán como consecuencia de tomar una decisión. Porque usualmente no lo hacemos. La mayoría de las veces, solo vemos las consecuencias y emociones positivas, pero no las consecuencias emocionales negativas. Antes de tomar una decisión, piensa: ¿Sentiré culpa, tristeza, vergüenza, miedo, frustración? ¿Pasaré por un duelo? ¿Por cuánto tiempo? ¿Se afectará mi relación con los demás? ¿Con quiénes?

Sigamos con la tercera. Los investigadores encontraron que el estrés afecta negativamente la toma de decisiones. En situaciones estresantes las personas tienden a enfocarse en los aspectos positivos más que en los negativos. Ponen de ejemplo cuando alguien debe valorar una oferta de trabajo bajo estrés, porque debe responder pronto. Podría enfocarse en la compensación y otros beneficios, pero pensará menos en que dedicará más horas y en el largo tiempo que le llevará transportarse al lugar. Por ello, se sugiere mantener los niveles de estrés manejables o calmarse antes de tomar la decisión, y no dejar fuera las posibles consecuencias negativas.

La cuarta se refiere a los problemas personales, familiares o conyugales, porque las emociones definitivamente interfieren en el juicio. La ayuda de amigos o externos puedes ayudarles a poner distancia de su situación, como si fueran testigos, y ello coadyuva a tomar decisiones más sabias.

Por otro lado, se ha descubierto que los atajos mentales que el cerebro ha aprendido conduce a errores y malas decisiones. Aprendemos a hacer juicios y continuamos tomando decisiones bajo esos juicios que pueden ser equivocados o insuficientes.

Si bien, no podemos pasarnos horas ni años para tomar una decisión, si podemos realizar un proceso completo de toma de decisiones. Actualmente ayudo a mis pacientes y clientes con un balance decisional. Este incluye generar varias alternativas, yo les pido de 7 a 10 cursos diferentes de acción, aunque varíen solo un poco de las demás. Después, se analiza por escrito cada alternativa de la siguiente manera:
1. Se contemplan los riesgos, ventajas y desventajas.
2. Se visualizan las consecuencias de realizarse, en sí mismo y en los demás, incluyendo las emocionales. 
3. Se elige la alternativa más viable, realista, con mayores ventajas que desventajas, considerando las consecuencias más positivas. 

Este es la manera de aprender o reaprender el proceso de análisis que lleva a tomar mejores decisiones, sobre todo más sabias.

Antes de tomar una decisión trascendental:

  1. Tómate tiempo antes de decidir. Piensa antes de hablar o responder.
  2. Saca del proceso de decisión, las emociones que no están relacionadas con el asunto. Pero incluye las que si lo están.
  3. Tranquilízate antes de tomar la decisión.
  4. Pregunta a amigos inteligentes y conscientes que harían.
  5. Si es pertinente, consulta a una especialista en el tema. 
  6. Realiza un proceso completo: Genera varias alternativas, evalúa ventajas y desventajas, riesgos, y valora las consecuencias positivas y negativas, también emocionales, y no olvides, pensar en las consecuencias en los demás.  
  7. No uses atajos mentales, como has hecho hasta ahora.
  8. Al final, pregúntale a tu corazón. 

Lo que a mí me ha funcionado mejor, después de evaluar pros y contras, consecuencias, etc., es tomar una decisión hasta sentir completa seguridad que es la mejor alternativa de acción. Cuando dudamos, es mejor no tomar la decisión, ya sea porque no es la mejor, o aun no es el momento propicio.

Con el deseo de que tomes mejores decisiones sin vacilar ni perjudicar a nadie de manera innecesaria.  

Referencia:
http://psychology.about.com/od/problemsolving/ss/4-Things-You-Can-Do-to-Make-Better-Decisions

4 de agosto de 2023

CULPAR A LOS DEMÁS

Por Bertha Vasconcelos


Cuando alguien te culpe de su conducta ...no le creas




Culpar a los demás de nuestros errores es desviar nuestra responsabilidad a esas personas porque la madurez implica asumir las consecuencias de nuestra conducta y decisiones, por lo que tampoco es válido culpabilizar a otros de nuestras emociones y reacciones.

Por ejemplo, cuando decimos: “Me haces enojar,” a pesar de ser una expresión muy común, es incorrecta. Para tomar la responsabilidad de nuestras emociones, a cambio podríamos decir: “Cuando no sacas la basura, me enojo” o “Me molesto cuando te quedas callada.” Esto quiere decir que nadie puede hacerte sentir una emoción si tu no quieres, ni nadie es capaz de sentir una emoción por otra persona. Cuando nos enojamos es nuestro enojo, así como cuando alguien se irrita es su enojo y de nadie más.

Para tomar la responsabilidad de nuestros sentimientos y pensamientos, es necesario hablar en primera persona, como cuando usamos expresiones como: “Se siente tristeza”, en lugar de decir: “Siento tristeza.”

Siempre tenemos la libertad de elegir cómo queremos sentirnos. Nadie es responsable de nuestras reacciones, pensamientos, sentimientos, emociones, decisiones o comportamiento, tanto como no somos responsables de las reacciones, pensamientos, sentimientos, emociones, decisiones o comportamiento de los demás. Aunque tampoco se espera que una persona le diga a un ser querido que sus emociones no son su problema o que no le importa su opinión.  

Puede suceder que una persona se molestó por algo que dijimos sin la intención de molestar, inclusive nos puede sorprender su enojo o rencor. Nosotros NO somos responsables de su reacción, pero SI somos responsables de nuestra reacción a su molestia (reacción), tal vez podríamos ofrecer una disculpa para restaurar la comunicación con esa persona y no iniciar una discusión que no lleve a ningún lugar. Para ello necesitamos empezar por no culpar a esa persona por sentirnos ofendidos, lo que ayudará a evitar resentimientos. No me refiero a que las emociones deban reprimirse, de ninguna manera deberán ser ignoradas o enterradas porque esto provoca desgaste en las relaciones, y a la larga podría causar enfermedades, rupturas que pudieron evitarse. Si somos inteligentes emocionalmente, reconoceremos y validaremos las emociones propias, pero también las emociones de los demás, lo cual se logra a través del autoconocimiento y la autocomprensión, y hacia los demás, será necesario ser empáticos.

Cuando las personas tomamos responsabilidad de nuestras emociones, decisiones y conducta, nuestras relaciones serán más fáciles y saludables.

Foto de Vera Arsic

Culpar es una distorsión del pensamiento

Las distorsiones cognitivas o del pensamiento son maneras erróneas de procesar la información. Todos presentamos alguno o varios tipos de distorsión cognitiva, por lo que identificarlas nos ayudará a pensar, actuar y tomar decisiones más objetivas. Algunas de las distorsiones del pensamiento son etiquetar, sobregeneralizar, adivinar, suponer, catastrofizar, minimizar, la culpabilidad, falacia de control, falacia de cambio, entre otras. A continuación presento la explicación de las relacionadas con culpar o hacer responsable a lo externo:

  • Culpabilidad: Culparse a sí mismo de algo que no es de nuestra entera responsabilidad, o bien, culpar a otras personas sin tomar en cuenta el grado en que nuestras propias actitudes y conductas contribuyen al problema. Ejemplos: "Yo tengo la culpa de que me insultara."  "Mi mamá tiene la culpa."
  • Falacia de Control: Creer que uno tiene el total control o responsabilidad de las situaciones, o  pensar que uno no tiene ningún control y no puede hacer nada al respecto. Ejemplos: “Yo no lo maté, pero soy responsable.” “Yo soy así y no hay nada que pueda hacer.”
  • Falacia de Cambio: En situaciones problemáticas pensar que no podemos hacer nada a menos que la otra persona o las circunstancias cambien. Estamos dejando la responsabilidad de nuestro actuar afuera. Ejemplos: "Cuando mejore la economía, encontraré trabajo." "Cuando mi pareja reconozca su error, lo perdonaré."

Siempre podemos elegir la actitud o postura que deseemos tomar ante las diversas circunstancias de la vida.

Culpar a los demás es victimizarse

Todas las personas nos sentimos víctimas ante la adversidad. Está bien sentirse víctima, pero no por demasiado tiempo, necesitamos sobreponernos y tomar responsabilidad de nuestra actitud ante las circunstancias. De nosotros depende cómo afrontar los reveses que la vida nos presenta.

Dejar de victimizarse es similar a un animal que ha sido herido. Cae al suelo, evalúa el grado de gravedad del daño recibido, lame sus heridas hasta sanar para así poder levantarse y caminar de nuevo. La vida en ocasiones nos manda situaciones o eventos que nos tira al suelo, y poco a poco nos vamos levantando hasta sobreponernos a los golpes recibidos.

Todos tenemos libertad de elegir. Nadie nos obliga a tomar nuestras decisiones, aunque en ocasiones, nos sentimos tentados a culpar a los demás. Por ejemplo, cuando los hijos adultos acusan a sus padres de sentirse miserables porque fueron demasiado autoritarios o demasiado permisivos, o bien, cuando los jóvenes estudiantes culpan a los maestros de su falta de atención en la clase o de sus calificaciones bajas, porque dicen que no le agradan al profesor, que no supo mantener su atención o cualquier otro pretexto.

Es recomendable no victimizarse y ser responsable, lo que significa asumir las consecuencias de las decisiones propias. Responsabilizarnos nos permite recuperar nuestro poder personal para dejar de ser víctimas de las circunstancias. 

Creencias erróneas relacionadas con culpar a los demás

El Dr. Albert Ellis identificó tres creencias irracionales básicas que tenemos los seres humanos respecto de sí mismo, de los demás y del mundo, que en su opinión originan los trastornos emocionales:

1. Necesito ser capaz y ser aprobado por los demás.

2. Las personas deben actuar de manera considerada y justa hacia mi, y si no actúan así, deben ser castigadas.

3. La vida no debe tener complicaciones y el mundo es un lugar en donde es difícil vivir.

Estas creencias colocan nuestro poder personal afuera de nosotros cuando somos nosotros mismos quienes nos debíamos dar el auto respeto, aprobación, reconocimiento y trato justo, para no esperarlos de los demás. Debido a estas creencias, un ataque o una ofensa recibida detona el impulso de culpar, vengarse y castigar. Si este impulso negativo no encuentra salida con una victoria, perdonar a la persona o a través de la expresión adecuada de la emociones, se convierte en resentimiento al sentirse impotente de responder. 

Culpar al mundo de nuestra infelicidad nos despoja de nuestro poder. La vida es como es, no como queremos que sea. Albert Ellis dijo: “Los problemas y la infelicidad de la humanidad se deben a dos palabras: ¡Es horrible!” Mi papá decía sabiamente: “Así es la vida y la vida es así.” 

Foto de Mikael Duran

Comportamientos por los que no se debe responsabilizar a los demás:

  • Ser infeliz
  • Consumir drogas, alcohol, etc.
  • Mentir
  • Robar
  • Ser infiel
  • No hacer las tareas escolares, no estudiar para los exámenes
  • Cometer crímenes, delitos
  • Ser grosero, hostil
  • Etc.

Las conductas anteriores son decisiones que toman las personas porque no han encontrado la manera de enfrentar los problemas en su vida y/o no miden las consecuencias a mediano o largo plazo. Asumir la responsabilidad propia, permite hacer algo al respecto para cambiar, reparar el daño, rehabilitarse o reencaminar la vida.

Los padres y madres no debían sentirse culpables por:

  • Las peleas entre los hermanos
  • Enfermedades ni padecimientos de sus hijos 
  • Identidad de género, orientación sexual de sus hijos
  • Conductas impredecibles de sus hijos adultos
  • Decisiones o elecciones equivocadas

Foto de José P. Ortiz

No se debe culpar a las víctimas/sobrevivientes de:

  • Desastres naturales
  • Fraudes, estafas, robos
  • Secuestro
  • Tráfico/Trata de personas
  • Todo tipo de violencia
  • Abuso de menores
  • Homicidio
  • Difamación
  • Violación
  • Otros delitos (delitos intimidad, dolo y mala fe, etc).

Algunas personas externas y cercanas a las víctimas paradójicamente tienden a culparlas de manera automática. Los pensamientos o comentarios más comunes son: “En que estaría metido,” “Cómo no se dio cuenta antes,” “Por qué se dejó,” “No es muy inteligente,” “Por qué no le dijo a sus papás” 

A esto se le llama re-victimizar, que significa hacer que el perjudicado se convierta nuevamente en víctima debido a la incomprensión de la sociedad y las fallas del sistema jurídico, además ocasiona que la víctima reviva la experiencia traumática y asuma nuevamente el papel de víctima.

En conclusión, hacernos responsable de las situaciones que podemos controlar da sentido, sin embargo, es aconsejable no sentirse responsable por las situaciones que no se pueden cambiar. Además es fundamental devolver su responsabilidad a las demás personas para no aceptar ni cargar con culpas que no son nuestras. 

Todos podemos aprender a ser responsables y dejar de buscar culpables en nuestras relaciones interpersonales. A eso se le llama madurar.



Serie recomendada:

Intimidad

Bibliografía

1.    Bertha Vasconcelos. Manejo de emociones en las mujeres. Editorial Trillas

2.    https://psicologiacoaching.blogspot.com/2009/11/recupere-su-poder-personal.html

3.    https://psicologiacoaching.blogspot.com/2009/11/como-recuperar-su-poder-personal.html